Raquel


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Raquel (hebreo ‘oveja’).

Mujer aramea, conocida principalmente como segunda esposa de Jacob, y su favorita; además era prima hermana de él. Hija de Labán, y madre de los dos hijos menores de Jacob, José y Benjamín, era una mujer de gran belleza (Gn. 29.17). Aparentemente Jacob se enamoró de ella a primera vista, y su afecto permaneció invariable hasta el día en que ella murió. Era una mujer capaz de un comportamiento tortuoso, sin embargo (Gn. 31.19, 34–35), y no tenía la sincera devoción a Dios que Jacob había aprendido tras sus experiencias en Bet-el y Peniel. Probablemente no abandonó sus dioses paganos hasta poco antes de morir. Raquel tuvo por descendientes a tres tribus, Benjamín, Efraín, y Manasés, y ella y su hermana Lea fueron honradas por generaciones posteriores como las que "edificaron la casa de Israel" (Rt. 4.11).

(a) Casamiento (Gn. 29.6–30). Jacob fue enviado por Isaac y Rebeca a buscar esposa entre los parientes de su madre en Padan-aram (28.1–2). Se encontró con Raquel en la región de Harán cuando ella se encontraba pastoreando las ovejas de su padre, y de inmediato la ayudó a darles agua a los animales, retirando la piedra de la boca del pozo. Labán lo recibió en su casa, donde vivió veinte años. El amor de Jacob hacia Raquel es uno de los ejemplos destacados del amor humano en la Biblia (siete años "le parecieron como pocos días, porque la amaba", 29.20). Como resultado de las artimañas de Labán, al convertir a Lea en su primera esposa, ardid presumiblemente logrado mediante el recurso de ponerle velo a la novia, Jacob sirvió otros siete años por Raquel, tiempo durante el cual su amor no flaqueó.

Algunos detalles del casamiento de Raquel pueden parangonarse fuera del AT. El servir por una esposa a modo de pago se conoce por un documento del sigl XV a.C. procedente de Nuzi, si bien las circunstancias eran muy diferentes. El obsequio que hizo Labán de la sierva Bilha como parte de la dote de Raquel también era práctica conocida en Nuzi, aunque se conocen más ejemplos en los textos primitivos en babilonio antiguo. Por contraste, la costumbre a la cual apeló Laban, de casar primero a la hija mayor antes que a la menor, es único hasta el momento: se trataba de una costumbre local aramea, o tal vez inventada por Labán, aunque no se puede estar seguro. La sugestión de que el casamiento de Jacob con Lea y luego con Raquel incluía su adopción por parte de Labán, basada en costumbres de Nuzi, se explica mejor de otros modos.

(b) Hijos (29.31; 30.1–8, 14–15, 22–24). Durante los primeros años de vida matrimonial Raquel fue estéril, e, inspirada por la envidia ante la fertilidad de Lea, entregó a su sierva Bilha a Jacob para que esta tuviera hijos para ella. La esterilidad era un problema muy conocido en el antiguo Cercano Oriente, y con frecuencia el esposo tomaba una segunda esposa, o una concubina, debido a ello. A veces, sin embargo, la mujer entregaba a su marido su propia sierva, a fin de proteger su propia posición, como fue el caso con Raquel, Lea, Sara, y ejemplos extra bíblicos de Alalak, Nuzi, Babilonia (leyes de Hamurabi) y otros lugares. La sierva ganaba en posición como esposa secundaria (a Bilha se la lama ‘mujer’, 30.4; ana asûsûuµti, ‘como esposa’), y la descendencia resultante podía ser heredera, siempre que fueran adoptados o legitimados por el mando y su mujer. El texto de Nuzi que acabamos de mencionar indica también que la esposa principal podía ejercer autoridad sobre tales hijos. Así, los dos hijos varones de Bilha, Dan y Neftalí, le fueron asignados a Raquel (literalmente "seré edificada por medio de ella", 30.3), y al darles nombres Raquel daba a entender su autoridad sobre ellos. Posteriormente Raquel dio a luz a José, hijo favorito de Jacob, aunque el hecho de que las mandrágoras de Rubén, plantas con supuestas cualidades afrodisíacas, tuvieron algún efecto no resulta claro (30.14–15). El nacimiento del segundo hijo de Raquel, Benjamín, ocasionó su muerte (35.18–19).

(c) Regreso a Palestina (30.25–26; 31.4–55). Hostilizado por los hermanos de Raquel, e inducido por una revelación de Dios, Jacob decidió volver a su tierra después del nacimiento de José. Raquel y Lea aceptaron de buen grado, ya que Labán había gastado el dinero separado para sus dotes (31.15, una frase idéntica, kaspa akaµlu, ‘consumir el dinero’, aparece varias veces en Nuzi en circunstancias muy semejantes). Sin herencia alguna de parte de su padre, las mujeres eran consideradas por él como "extranjeras". Se sugiere con frecuencia que el robo por parte de Raguel de los dioses tutelares de su padre o terafines (tƒraµféÆm) fue un intento de obtener nuevamente una herencia para sí y Jacob, pero el hecho de que fueran robados elimina esta interpretación. Quizá Raquel buscaba protección para el largo viaje, o simplemente quería privar a su padre de sus atesoradas posesiones. Jacob, sin embargo, que no estaba al tanto de la acción de su esposa, consideró que la ofensa era digna de muerte, aunque la amenaza nunca se llevo a cabo. Raquel siguió siendo la esposa favorita de Jacob después del incidente (33.2, 7) y probablemente los terafines se contaban entre las imágenes posteriormente eliminadas porque su existencia constituía un impedimiento para el culto a Dios (35.2–4). Durante este mismo viaje, Labán y Jacob hicieron un pacto por el cual Jacob se comprometió a no maltratar a sus esposas, y a no casarse con ninguna otra. Ambas condiciones aparecen en contratos matrimoniales de diversos períodos en el antiguo Cercano Oriente.

(d) Muerte (35.16–20). Raquel murió entre Bet-el y Belén cuando nació su segundo hijo, Benjamín. El sostenido amor de Jacob por ella se evidencia por una columna conmemorativa (mas\s\eµb_aµ) que erigió sobre su tumba, y su ubicación se conocía todavía en los días de Saúl, cuando se indicó que estaba ubicada en la frontera de Benjamín en Selsah (Selsa, 1 S. 10.2). Hoy no se conoce su ubicación, aunque Jer. 31.15 (Mt. 2.18) sugiere que puede haber sido cerca de Ramá, unos 8 km al norte de Jerusalén. No obstante, la memoria de Raquel también se preservaba en Belén en la época de Rut (Rt. 4.11), probablemente porque se encontraba cerca del lugar donde fue sepultada.