El sobrenombre de José, uno de los principales misioneros primitivos. Lucas (Hch. 4.36) interpreta "hijo de parakleµsis, "el que estimula o exhorta" ("hijo de paz" en Lc. 10.6). Nabas podría reflejar el arameo ‘pacificación’, ‘consolación’ (la anormal transcripción griega se suaviza por la pronunciación suave contemporánea de la b), o algún derivado de la raíz nb<, ‘profetizar’. Estrictamente sería ‘hijo de un profeta’ o ‘de la profecía’, pero la exhortación era en forma suprema una función profética (Hch. 15.32; 1 Co. 14.3), y Lucas se ocupa, no de darnos una etimología científica, sino de indicar el carácter de este hombre. Lo vemos ocupado en parakleµsis en Hch. 11.23. Se equipara el nombre con Barnebous (arameo Barnƒboµ, hijo de Nebo’) que aparece en inscripciones sirias; pero Lucas afirma que los apóstoles se lo pusieron, y difícilmente aplicarían un nombre que recordaba una deidad pagana.
Provenía de una familia sacerdotal judeocipriota, pero el jerosolimitano Juan Marcos era primo suyo (Col. 4.10), y él mismo fue una de los primeros miembros de la iglesia de Jerusalén, que vendió su propiedad (¿en Chipre?) para el bien de la comunidad (Hch. 4.36ss). Clemente de Alejandría lo llama uno de los setenta. El texto occidental de Hch. 1.23 lo confunde con José-Barsabás en la elección apostólica; pero posteriormente Lucas (Hch. 14.4, 14) y Pablo (1 Co. 9.6, en el contexto) lo consideran apóstol.
"Varón bueno," dice Lucas, "lleno del Espíritu Santo y de fe" (Hch. 11.24), y en cuatro ocasiones por lo menos su corazón cálido y su visión espiritual, y el respeto aparentemente universal por él, arrojaron resultados importantes.
a. Cuando el Saulo convertido llegó a Jerusalén y descubrió que los cristianos lo consideraban un espía, fue Bernabé quien lo presentó a los apostóles que eran "columnas" y los convenció de su conversión y su sinceridad (Hch. 9.27; Gá. 1.18).
b. Fue Bernabé el que representó a los apóstoles en Antioquía cuando, por primera vez, los gentiles fueron evangelizados en números considerables, ocasión en que sus compatriotas de Chipre ocuparon un lugar prominente. (Hch. 11.19ss). Vio el movimiento como obra de Dios, y como una esfera adecuada para el olvidado Saulo, a quien llevó para que compartiera su obra. Se reconoció la obra misionera que cumplían cuando visitaron Jerusalén para llevar la ofrenda con motivo del hambre (Gá. 2.9). Pero no era Bernabé quien podía reprochar a Pedro cuando sucumbió a la presión de los judaizantes: "aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos" temporariamente (Gá. 2.13).
c. La tercera gran contribución de Bernabé, sin embargo, lo muestra dedicado a la total aceptación de los gentiles sobre la base de la fe en Cristo (Hch. 13.46). El viaje con Pablo (Hch. 13–14), que comenzó en su propia tierra, Chipre, produjo una cadena de iglesias predominantemente gentiles, que abarcaba buena parte de Asia Menor, y un aumento de la oposición judía.
Para la iglesia y para Bernabé fue un momento crucial. Hasta aquí él había sido el jefe, y Pablo su protegido. El orden invariable de Lucas hasta la partida de Chipre es "Bernabé y Pablo". A partir de entonces dice "Pablo y Bernabé" (Hch. 13.43, 46, 50; 15.2, dos veces, 22, 35. El orden en 14.14 probablemente se deba al orden de las deidades). Esto sin duda refleja el desenvolvimiento de los acontecimientos.
d. Pero Bernabé tuvo otra tarea crucial. De vuelta en Antioquía, el problema de la circuncisión se tornó tan agudo que se lo nombró, junto con Pablo, para presentar la cuestión ante el concilio de Jerusalén. Su política fue rotundamente vindicada (Hch. 15.1–29). Es significativo que se nombre a Bernabé antes que a Pablo en el relato de las tratativas (versículo 12) y en la carta del concilio (versículo 25, contrastar con 22); probablemente las palabras del representante apostólico original en Antioquía tenían más peso para muchos en el concilio. Bernabé insistió en que se incluyera a Marcos, que previamente había desertado, en un segundo viaje que proyectaban. Pablo se opuso, y el itinerario se dividió. Bernabé fue a Chipre (Hch. 15.36–40). Los posteriores testimonios de Pablo sobre Marcos (por ejemplo 2 Ti. 4.11) pueden significar que este último sacó gran provecho de trabajar junto a su primo. Se rompió la estrecha asociación, pero no la amistad. "Todas las veces que Pablo menciona a Bernabé, sus palabras transmiten simpatía y respeto" (Gá. 2.13). En principios y práctica eran idénticos, y nunca sabremos cuánto llegó a deber Pablo a Bernabé. Cuando se escribió 1 Corintios, Bernabé todavía vivía, y, al igual que Pablo (y a diferencia de la mayor parte de sus colegas), se ganaba el sustento sin tener que recurrir a las iglesias (1 Co. 9.6). Después de esto, sólo contamos con tradiciones insustanciales que lo relacionan con Roma y Alejandría.
Su nombre pronto quedó ligado a una carta anónima procedente de Alejandría, pero no hay otro elemento que lo relacione con ella. A menudo se le ha adjudicado la Epístola a los Hebreos, por lo menos desde la época de Tertuliano, y 1 Pedro. Hay un martirologio chipriota tardío. El Evangelio de Bernabé es una obra medieval que sirve los intereses musulmanes.
Provenía de una familia sacerdotal judeocipriota, pero el jerosolimitano Juan Marcos era primo suyo (Col. 4.10), y él mismo fue una de los primeros miembros de la iglesia de Jerusalén, que vendió su propiedad (¿en Chipre?) para el bien de la comunidad (Hch. 4.36ss). Clemente de Alejandría lo llama uno de los setenta. El texto occidental de Hch. 1.23 lo confunde con José-Barsabás en la elección apostólica; pero posteriormente Lucas (Hch. 14.4, 14) y Pablo (1 Co. 9.6, en el contexto) lo consideran apóstol.
"Varón bueno," dice Lucas, "lleno del Espíritu Santo y de fe" (Hch. 11.24), y en cuatro ocasiones por lo menos su corazón cálido y su visión espiritual, y el respeto aparentemente universal por él, arrojaron resultados importantes.
a. Cuando el Saulo convertido llegó a Jerusalén y descubrió que los cristianos lo consideraban un espía, fue Bernabé quien lo presentó a los apostóles que eran "columnas" y los convenció de su conversión y su sinceridad (Hch. 9.27; Gá. 1.18).
b. Fue Bernabé el que representó a los apóstoles en Antioquía cuando, por primera vez, los gentiles fueron evangelizados en números considerables, ocasión en que sus compatriotas de Chipre ocuparon un lugar prominente. (Hch. 11.19ss). Vio el movimiento como obra de Dios, y como una esfera adecuada para el olvidado Saulo, a quien llevó para que compartiera su obra. Se reconoció la obra misionera que cumplían cuando visitaron Jerusalén para llevar la ofrenda con motivo del hambre (Gá. 2.9). Pero no era Bernabé quien podía reprochar a Pedro cuando sucumbió a la presión de los judaizantes: "aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos" temporariamente (Gá. 2.13).
c. La tercera gran contribución de Bernabé, sin embargo, lo muestra dedicado a la total aceptación de los gentiles sobre la base de la fe en Cristo (Hch. 13.46). El viaje con Pablo (Hch. 13–14), que comenzó en su propia tierra, Chipre, produjo una cadena de iglesias predominantemente gentiles, que abarcaba buena parte de Asia Menor, y un aumento de la oposición judía.
Para la iglesia y para Bernabé fue un momento crucial. Hasta aquí él había sido el jefe, y Pablo su protegido. El orden invariable de Lucas hasta la partida de Chipre es "Bernabé y Pablo". A partir de entonces dice "Pablo y Bernabé" (Hch. 13.43, 46, 50; 15.2, dos veces, 22, 35. El orden en 14.14 probablemente se deba al orden de las deidades). Esto sin duda refleja el desenvolvimiento de los acontecimientos.
d. Pero Bernabé tuvo otra tarea crucial. De vuelta en Antioquía, el problema de la circuncisión se tornó tan agudo que se lo nombró, junto con Pablo, para presentar la cuestión ante el concilio de Jerusalén. Su política fue rotundamente vindicada (Hch. 15.1–29). Es significativo que se nombre a Bernabé antes que a Pablo en el relato de las tratativas (versículo 12) y en la carta del concilio (versículo 25, contrastar con 22); probablemente las palabras del representante apostólico original en Antioquía tenían más peso para muchos en el concilio. Bernabé insistió en que se incluyera a Marcos, que previamente había desertado, en un segundo viaje que proyectaban. Pablo se opuso, y el itinerario se dividió. Bernabé fue a Chipre (Hch. 15.36–40). Los posteriores testimonios de Pablo sobre Marcos (por ejemplo 2 Ti. 4.11) pueden significar que este último sacó gran provecho de trabajar junto a su primo. Se rompió la estrecha asociación, pero no la amistad. "Todas las veces que Pablo menciona a Bernabé, sus palabras transmiten simpatía y respeto" (Gá. 2.13). En principios y práctica eran idénticos, y nunca sabremos cuánto llegó a deber Pablo a Bernabé. Cuando se escribió 1 Corintios, Bernabé todavía vivía, y, al igual que Pablo (y a diferencia de la mayor parte de sus colegas), se ganaba el sustento sin tener que recurrir a las iglesias (1 Co. 9.6). Después de esto, sólo contamos con tradiciones insustanciales que lo relacionan con Roma y Alejandría.
Su nombre pronto quedó ligado a una carta anónima procedente de Alejandría, pero no hay otro elemento que lo relacione con ella. A menudo se le ha adjudicado la Epístola a los Hebreos, por lo menos desde la época de Tertuliano, y 1 Pedro. Hay un martirologio chipriota tardío. El Evangelio de Bernabé es una obra medieval que sirve los intereses musulmanes.